La psicología de los colores demuestra las percepciones que tenemos según el que percibamos.
El rojo por ejemplo, es el color del movimiento, aumenta la tensión muscular, activa la respiración y es recomendable que no lo utilices en exceso en la decoración.
El naranja es el color de la amistad, es desenfadado y denota entusiasmo, aunque desata la euforia, por lo que ocurre lo mismo que con el rojo en la decoración.
El amarillo es el Sol, y se relaciona con el poder (por el color del oro), la alegría y el buen humor además de ser estimulante. En la decoración es un color utilizado para accesorios que sean el centro de atención.
El verde se relaciona con el reposo, la naturaleza, el frescor, la esperanza o la juventud. Y es que todo esto libera y equilibra las sensaciones.
Por esta razón tener una planta en casa viste tanto el lugar, así que algo verde será siempre beneficioso en la decoración.
El azul es el color del cielo y el agua, por lo que al igual que el verde se relaciona con la naturaleza y la frescura, la diferencia es que la percepción del azul es de mayor frialdad que el verde.
Por esa razón en la decoración el azul es un buen color para elegir pero sin caer en el exceso porque el ambiente se convertirá en un espacio desangelado y frío.
El morado es un color poco utilizado en la decoración, pero es la representación de la madurez, el poder y la delicadeza. No suele tener rechazo visual ni connotaciones negativas psicológicamente, pero siempre con moderación porque puede llegar a resultar cargante.